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#paisana# Iniciad@
Registrado: 19 Nov 2010 Mensajes: 11
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Publicado: 19 Noviembre 2010 08:49:07 Título del mensaje: Mi vecina del quinto |
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Mi vecina del quinto se llama Francisca y es una anciana de 92 años muy bien llevados, su salud es buena, todavía no se deja abatir por el cansancio y la fatiga, habla y es muy alegre y se ve joven para su edad, pero lo que más me sorprende de ella es el éxito que tiene con los hombres, ya que por muy bien llevados que los tenga, a sus años no deja de ser una ancianita y no me la puedo imaginar con con un minivestido súper sexy luciendo una espectacular figura.
Ella siempre lleva tras de sí una larga fila de hombres dispuestos a todo para complacerla, y sin embargo a mí con 42 años me dicen que si estoy gorda... que si estoy vieja... ¿qué tendrán las vecinas del quinto que son todas unas seductoras irresistibles?
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#Al-Andalus# Maestr@
Registrado: 12 Jul 2010 Mensajes: 1450
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Publicado: 22 Noviembre 2010 18:57:00 Título del mensaje: |
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Verano, cerca del mediodía. Nacho sale pronto de trabajar. Después de varios cortes de luz debidos a un fallo eléctrico, la empresa ha decidido que el personal vuelva a casa con el fin de poder localizar la avería cuanto antes. Hace mucho calor, pero Nacho camina rápido ajeno a todo. Sara tiene turno de tarde y quiere llegar a tiempo para poder verla. Tener distintos turnos no es lo mejor para una buena convivencia, pero es el precio que han tenido que pagar por tener por fin su propio piso y saben que es algo temporal.
Llega al portal y sube las escaleras de dos en dos. Quiere sorprenderla y ver su sonrisa amplia, los hoyuelos de su rostro y esos ojos negros, insondables, brillando para él. Sara, su preciosa Sara. Alta, morena, de cuerpo firme y elástico, tiene una forma de caminar cimbreándose que le vuelve loco desde la primera vez que la vio. Le basta pensar en ella para que su cuerpo responda instantáneamente. Eso le hace apresurarse aún más.
Introduce la llave en la cerradura y entra. Se escucha una risa en la cocina. Se acerca sigiloso. A través de la puerta entornada puede ver a Sara riéndose a carcajadas, con las manos llenas de harina. A su lado está Laura, riéndose también, apoyada sobre la encimera. Laura es la vecina del quinto. La conocieron casualmente en el gimnasio. Había cogido en una confusión la bolsa de deporte de Sara después de su clase de Pilates, y luego se habían reído al comprobar la equivocación. Más tarde se habían dado cuenta al volver a casa que vivían en el mismo portal, ellos en el primero y ella en el quinto.
Laura es una mujer madura de figura voluptuosa, que a pesar de sus años se mantiene en una forma envidiable. De pelirroja melena y ojos de gato, desprende sensualidad por todos sus poros. Poco a poco han ido afianzando una amistad que se estrecha cada vez más. Laura les riega las plantas cuando se van los fines de semana, y le da clases a Sara de inglés para mejorar en la empresa. Nacho asiste divertido a aquella extraña simbiosis entre las dos mujeres con tan poco en común entre sí.
Por eso no le parece extraño encontrarlas allí en la cocina riéndose. Sara levanta su mano y toca la cara de Laura, manchándola de harina, a lo que Laura responde metiendo las manos en un cuenco y repitiendo el mismo gesto en el rostro de Sara. Las risas son abiertas mientras las manos juegan y Nacho contempla la escena sin poder moverse, sonriendo cómplice. En ese instante Sara coge un huevo de la repisa y lo rompe sobre el escote de Laura, que se aparta de un gesto brusco, entre sorprendido y enfadado.
Lo siento, dice Sara. Perdona, déjame arreglarlo. Mientras se disculpa azorada, coge un paño y comienza a limpiar la camisa. Pero está muy manchada y pegajosa por lo que inconscientemente comienza a quitársela. Laura mira alternativamente las manos de Sara y sus ojos sin moverse. Sara, temblorosa, desabrocha la camisa hasta llegar al último botón, para dejar al descubierto un diminuto sujetador malva que apenas cubre unos pechos hermosos, plenos. Y deja su mirada allí, clavada en los senos de Laura, dejándose llevar por el hipnótico movimiento de su respiración agitada. Una mirada asombrada, extrañamente lúcida. Luego, mucho después, los ojos se encuentran, unos negros, interrogantes, otros verdes, sabios. Sara se ruboriza y musita palabras sin sentido, mientras agacha la cabeza avergonzada.
Laura toma su barbilla y levanta su cara. Se miran de nuevo. Laura acaricia el rostro de Sara, que cierra los ojos. Y acerca su boca lentamente para dejar pequeños besos en sus párpados, en sus mejillas, hasta llegar a la comisura de sus labios. Ambas respiran al unísono en ese instante mágico. Laura posa sus labios en aquellos otros labios prohibidos y se queda allí quieta, esperando. Sara abre su boca despacio. Y es como si una tormenta eléctrica se desatara en aquella cocina. Los labios se saborean, mariposas aleteando en una danza única. Como una secuencia a cámara lenta, las siluetas se funden, se pierden en un beso lento, lleno de interrogantes. Los dedos se anudan, las manos se entrelazan. Los rostros se separan un instante, las miradas se vuelven a cruzar… Hay un asentimiento en aquellas miradas, un reconocimiento mutuo que hace que vuelvan a unirse, esta vez deliberadamente. Ambos cuerpos rozándose pero sin abrazarse, tan solo unidos por los dedos y las bocas. Bocas que se reconocen, que se alimentan mutuamente, bocas que se hablan en alientos de espuma. Los dedos buscan la ropa. Nacho siente como su corazón se desboca en aquella escena que le atrapa como un sueño del que no sabe, del que no quiere despertar.
La ropa va cayendo al suelo junto a la vergüenza. Asombro compartido en las miradas, hambre en las manos, premura en las bocas que se saborean una y otra vez, parando aquel instante en el reloj del deseo. Se musitan palabras enredadas entre las lenguas dulces y firmes, un boca a boca que da el oxígeno mientras las manos desabrochan, quitan, bajan, descubren, y la luz se asoma entre los dos cuerpos que ciegos, se reconocen con los dedos. Nacho se recrea ante aquellas dos mujeres y su desnudez apenas visible entre los abrazos, en la sabiduría de Laura y la tierna torpeza de Sara, en el contraste de las pieles, en aquel torbellino claroscuro de abrazos largos y gemidos al borde mismo del éxtasis.
La ternura da paso al hambre, el reconocimiento a la urgencia. Laura parece tomar las riendas de la situación. Con un brazo barre de un golpe la mesa de la cocina, mientras con el otro ciñe a Sara para depositarla suavemente en su borde. Desde su boca va trazando un camino lento a pequeños mordiscos y suspiros sobre su cuello, hasta llegar a sus senos menudos y firmes, donde se recrea dibujando círculos concéntricos como las piedras al caer en el agua. Sara quita las manos que revolotean en el pelo de Laura y las apoya en la mesa tras de sí. Siente una dulce debilidad que le invade, mientras la boca de Laura va resbalando en su cuerpo como minúsculas gotas de lluvia que la empapan.
Nacho no quiere moverse, apenas si respira en aquella escena en la que se siente espectador privilegiado. Hay un hipnótico contraste entre el cuerpo mil veces amado de Sara y Laura, territorio virgen, que le provoca una excitación hasta ahora desconocida. Laura recorre sin prisa la ruta que lleva hasta el ombligo mientras sus dedos ascienden livianos por los muslos de Sara, que emite pequeños gemidos y se va dejando caer sobre la mesa rendida. Laura roza con la punta de los dedos el sexo rasurado y húmedo de Sara, lo que le provoca un estremecimiento. Labios y dedos se encuentran entonces, para saborear sin prisa aquel manjar, y deleitarse en su textura, en sus pliegues misteriosos, en esa calidez que emana de él, en su ardiente humedad.
Nacho puede sentir la boca de Laura como si fuera la suya propia, saboreando a Sara. Reconoce sus jadeos, ahora más profundos, más ansiosos, y cree tener en su propia boca aquel sabor a mar tan conocido. Contempla enardecido a Sara, la espalda arqueada contra la mesa, los senos desafiantes, las piernas sobre los hombros de Laura, y el perfil de ésta, la melena de fuego sobre los muslos, los hermosos senos oscilando, la espalda recta, las piernas infinitas. Su excitación es tal que no se da cuenta de que se acerca despacio hacia las dos mujeres, inconscientemente, queriendo saborear a Sara en la boca de Laura, queriendo besar a Laura en el sexo de Sara.
En ese instante ambas le descubren caminar subyugado hacia ellas. La escena se queda por unos segundos en pausa, las miradas se cruzan interrogantes… Nacho mira a Sara y ésta le devuelve una mirada desafiante. Ha llegado demasiado lejos para echarse atrás. Laura espera. Entonces él se dirige hacia Laura y colocándose detrás comienza a besar su espalda mientras sus manos se agarran a su cintura. Una asciende hasta llegar a su boca, hasta el sexo de Sara que se convierte en receptor de manos, dedos, labios, lengua… La otra baja para explorar el sexo de Laura, que aferra con sus manos las caderas de Nacho para acercarlo más a ella. Mientras, devora a Sara, que grita y se retuerce en espasmos de placer, en un orgasmo largo y profundo. Su rostro ha abandonado todo signo de dulzura y muestra un gesto salvaje. Se incorpora despacio e intercambia la posición con su Laura tras beber de su boca su propia esencia. Ahora es Laura la que se tumba en la mesa y Sara la exploradora insaciable. Mientras sus manos y su boca repiten el ritual antes experimentado Nacho recorre a Sara en pequeños besos hasta llegar a sus nalgas. Nunca ha llegado tan profundamente a ella, pero hoy es distinto. Sara se muestra no solo receptiva sino ansiosa, abriéndose para él como nunca antes. Nacho saborea los más ocultos rincones mientras Sara hace lo mismo con Laura, en un triángulo en perfecta geometría.
La cocina es un pequeño universo silencioso, donde el alimento es el cuerpo y el deseo se cocina a fuego lento. Nacho se aparta para contemplar de nuevo la escena mientras se desnuda. En sus retinas ambos cuerpos se entrelazan en un único objeto de deseo. Puede sentir la sangre corriendo desbocada por sus venas. Laura se agita mientras un gemido ronco sale de su garganta. Nacho se acerca de nuevo a Sara por detrás pero entonces ella se aparta dejando a Nacho con la visión de Laura deseosa y ardiente. Sara le empuja suavemente hacia ella, mientras se coloca detrás de él. Quiere ofrecerle aquel instante único e irrepetible. Los dos se miran, los ojos ardiendo entre ellos, la piel en llamas. Nacho recorre aquel cuerpo desconocido, la piel blanca, los pezones sonrosados, el vientre liso, para llegar a su sexo rojizo que parece incendiarse. Se vence sobre ella, que se aferra a su espalda y la penetra sin concesiones. Y Sara se apoya en él, mientras las piernas de Laura les ciñe a ella. El ritmo se acelera, las embestidas se vuelven más y más salvajes. Y mientras se corre dentro de Laura, se escucha un grito que son tres voces al unísono…
Oye, despierta, ¿te encuentras bien? Nacho abre los ojos y se encuentra tumbado en la calle, en la sombra de un árbol, con varios pares de ojos desconocidos mirándole, y un hombre dándole golpecitos en la cara. Nacho se incorpora despacio, moviendo la cabeza de un lado a otro, intentando asimilar lo que ha ocurrido. Ibas andando deprisa, y de pronto te has desplomado, como si te hubiera fulminado un rayo, le comenta uno de los extraños. Ha debido ser un golpe de calor. A quién se le ocurre ir a esa velocidad en pleno verano a mediodía.
Nacho se dirige a casa, ahora más despacio. Intenta rememorar las imágenes aún nítidas en su mente. Era todo tan real. Llega al portal y sube las escaleras de dos en dos. Introduce la llave en la cerradura y entra sigiloso. Se escucha una risa en la cocina. Nacho se acerca despacio, sonriendo. Si fuera posible...
Fuente relatosdealcoba.blogspot.com
Eso digo yo.... ¿que tendran las vecinas del quinto? |
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#paisana# Iniciad@
Registrado: 19 Nov 2010 Mensajes: 11
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Publicado: 24 Noviembre 2010 09:39:34 Título del mensaje: |
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así es mi vecina del quinto:
sí la ven:
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#Al-Andalus# Maestr@
Registrado: 12 Jul 2010 Mensajes: 1450
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Publicado: 24 Noviembre 2010 16:28:40 Título del mensaje: |
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Yo soy de los desafortunados que no tienen vecina del quinto, pues vivo en una casa  |
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LucasMalone Maestr@


Registrado: 11 Jun 2020 Mensajes: 40059
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Publicado: 14 Diciembre 2020 13:32:59 Título del mensaje: |
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pasado cierto tiempo, la Mentira, que es muy inquieta,
le propuso a la Verdad que plantaran un árbol, para que
les diese fruta y poder disfrutar de su sombra en los días
más calurosos. La Verdad, que no tiene doblez y se
conforma con poco, aceptó la propuesta.
Cuando el árbol estuvo plantado y empezó a crecer frondoso,
la Mentira propuso a la Verdad que se lo repartieran entre
las dos, cosa que agradó a la Verdad. La Mentira, dándole a
entender con razonamientos muy bellos y bien construidos que
la raíz mantiene al árbol, le da vida y, por ello, es la
mejor parte y la de mayor provecho, aconsejó a la Verdad que
se quedara con las raíces, que viven bajo tierra, En tanto,
ella se contentaría con las ramitas que aún habían de salir
y vivir por encima de la tierra, lo que sería un gran
peligro, pues estarían a merced de los hombres, que podrían
cortarlas o pisarlas, cosa que también podrían hacer los
animales y las aves. Además, le dijo que los grandes calores
podrían secarlas, y quemarlas los grandes fríos; por el
contrario, las raíces no estarían expuestas a estos peligros. |
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